La historia de hoy es de las que genera envidia, así que, si te consideras una persona envidiosa, mejor no sigas leyendo. Sí, te voy a mostrar cómo hacerte rico.
Todo empezó un día de verano en Cangas de Onís, ese pequeño pero espectacular pueblo de Asturias. Nos íbamos un grupo de personas a realizar una ruta por los Picos de Europa con la idea de pasar la noche allí y poder disfrutar de las estrellas para realizar fotos. Vamos, lo que podría ser una definición de FELICIDAD.
El mero hecho de hacer una ruta por Picos ya es de generar envida; pues os puedo asegurar que disfrutar de la paz que da caminar por ese parque natural con un día de sol espectacular es impagable.
Comenzamos por la mañana, caminando con tranquilidad mientras compartíamos experiencias y risas con todo el grupo (lo que hace que la dopamina siga aumentando en el cerebro). Poco a poco, a medida que ascendíamos, íbamos dejando atrás la vegetación.
A la hora de comer hicimos una pequeña parada en el refugio de Vegarredonda. El jamón y el chorizo recién cortado a 1500 metros de altitud y en plena naturaleza sabe mucho mejor, eso lo sabe todo el mundo.
Tras semejante manjar y descansar un poco la vista sobre el verde, retomamos la ruta para seguir ascendiendo. Encontramos un alto con unas vistas que jamás olvidaré. Teníamos un mar de nubes bajo nuestros pies que se habían ido metiendo a lo largo de la tarde y, en el horizonte, el mar Cantábrico.
Con ese espectáculo de vistas y con el Sol cayendo, decidimos instalar las tiendas de campaña para poder después contemplar la que sin duda es la mejor puesta de Sol que he visto jamás.
He tenido el placer de disfrutar de atardeceres en muchos lugares, pero lo de esa tarde… no tiene palabras, aunque voy a intentar describírtelo. Imagina por un momento que estás sentado a 2000 metros de altitud en plena montaña, sin nadie a nuestro alrededor, donde solo estábamos un reducido grupo de personas que simplemente estábamos observando, intentando cada uno guardar en su memoria algo para lo que no hay dinero que lo pueda pagar. Bajo tus pies, un mar de nubes blanco y frente a ti, el cielo azul con el Sol cayendo. Cuando el Sol tocó el mar de nubes, la imagen se podría describir como si una bomba nuclear hubiese estallado, pues el color anaranjado se extendió sobre todo el mar de nubes.
El mundo podía haberse acabado ahí abajo, que nosotros estábamos en el cielo y los regalos no hacían más que llegar a nuestros sentidos. La dopamina y las endorfinas me dieron un chute de felicidad y de paz interior que todavía hoy soy capaz de sentir. Esto es lo que tenemos que buscar, hacer las cosas que nos hacen sentir.
Durante la noche continuó la fiesta. No quiero entretenerte más, porque te aseguro que lo que sucedió da para otra historia, pero te dejo una foto que seguro te hará sentir una necesidad.
Pd. 1: Probablemente esperases que te diese algún truco para hacerte rico económicamente, pero aquí ha tocado hablar de otra riqueza mucho más importante, la que da salud mental.
Pd. 2: Entender nuestras emociones es la base para poder dominarlas y disfrutar de ellas, especialmente la felicidad. Date un chute de dopamina.
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