La historia de hoy es divertida y estoy convencido de que alguna vez te ha pasado algo similar o lo has vivido de cerca.
Verano de 2018. Varios amigos nos disponíamos a ir al mejor festival de música electrónica que existe. Sí, el Tomorrowland y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, alargamos el viaje y visitamos diferentes puntos de Europa. Algún día contaré alguna anécdota más de este viaje.
Una de las paradas era Ámsterdam. Es una ciudad que me encanta y que he tenido la oportunidad de visitar en varias ocasiones. Creo que a nivel cultural es una pasada y además siempre me han recibido con los brazos abiertos.
Como buenos turistas, aprovechamos el día para visitar y recorrerla a pie, con la idea de aprovechar la noche para salir y disfrutar un poco de su fiesta, aunque sin abusar mucho, pues al día siguiente teníamos el festival.
Una de las mejores zonas para disfrutar el ambiente nocturno en Ámsterdam es el barrio Rojo. No te confundas. Es cierto que los escaparates con prostitutas están como si fuese el escaparate del Zara o cualquier otra tienda, pero no es lo único que hay en esa zona, así que decidimos entrar en un bar a tomar unas cervezas.
En la zona había bastante ambiente y en el bar que nos encontrábamos, estuvimos de lujo, pues teníamos buena cerveza, música y una mesa para nosotros. En la mesa de al lado había un grupo de gente con el que comenzamos a hablar y nos juntamos, pues parecían gente divertida. El problema no estuvo ahí, vino después.
Cuando decidimos cambiar de bar, entramos en otro en el que parecía que había más ambiente. Nada de mesas ni de sillas. Música, local oscuro y hasta arriba de gente. Les dije a mis amigos que me pidiesen otra cerveza, que yo tenía que ir al baño porque me meaba. Con la poca luz que había y el barullo de gente que se concentraba en el local, solo fui capaz de ver una puerta, por lo que deduje que estaría allí.
La sorpresa vino cuando abrí la puerta y un holandés con cara de pocos amigos me miró mal. ¡Me había metido sin querer en la cocina! No sé qué narices me empezó a decir en lo que yo imagino que sería holandés, así que simplemente le pedí disculpas en inglés y salí, pero…
Para él no había acabado ahí la cosa, así que salió tras de mí gritando. Mis amigos y la gente que habíamos conocido se quedaron mirando sorprendidos. Se acercaron para tratar de calmar al que supongo que era el dueño del bar. Al ver esto, la gente con la que nos habíamos juntado se acercó también y comenzaron a abuchear al señor.
Poco a poco, el bar era un clamor de abucheos y risas que llegaban hasta la gente que se encontraba en la parte de fuera del local.
Por lo visto, el dueño era un tipo un poco antipático que se enfadaba con facilidad, por lo que nos dijeron después varias personas que ya lo conocían de otras veces.
Todo se quedó en una breve conversación entre él y yo donde le expliqué que había sido un malentendido. La fiesta y las cervezas continuaron, no lo dudes. ¡Ah, y el baño estaba en otra zona del bar!
La cuestión aquí es… ¿por qué poco a poco todo el mundo se fue uniendo al abucheo y a los gritos contra el dueño? En psicología hay un término que se denomina “efecto de grupo”. Esto consiste en que el comportamiento y la actitud de la gente tiende a cambiar en función de si actúan de manera individual a si la hacen en grupo. Esto pasa por varios motivos. Aquí te dejo los 3 más importantes por las que las personas modifican su comportamiento:
- Motivo de pertenencia: las personas buscamos la inclusión en los grupos y para ello tratamos de actuar conforme a lo que pide el grupo. Somos seres sociales.
- Autopresentación: es el proceso por el que tratamos de controlar la imagen que el resto de personas se crea sobre nosotros. Por este motivo tratamos de enseñar o actuar de una manera u otra en función del contexto, y ocultamos otras facetas.
- Para lograr la atención de otras personas: deseamos ser aceptados y valorados.
La psicología social es una de las ramas que más me gusta y llama la atención y sé que esto que escribo aquí es una pincelada muy pequeña, aunque considero que muy interesante y potente.
Es importante entender como las personas nos relacionamos con el resto para buscar la pertenencia a un grupo.
Pd 1: Pertenecer a un grupo hace que estemos más felices, aunque no es la única manera. Echa un vistazo a esta historia sobre la felicidad.
Pd 2: Si esta historia te ha parecido que tiene su punto de gracia, no te pierdas esta historia de mierda.
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