¿Qué pintan 2 mastines y el cortisol en una misma historia?

¿En algún momento de tu vida has tenido miedo o te has sentido amenazado ante algo? Pues bien, de ser así, que es algo totalmente normal y habitual, es probable que te sientas identificado con lo que vas a encontrar en esta historia.

Voy a contaros algo que me pasó a mí con un amigo una tarde normal y corriente mientras entrenábamos.

Estábamos preparando una carrera por montaña y, como en otros muchos entrenamientos nos tocaba hacer una tirada larga por el monte. Vivíamos en un lugar privilegiado de Burgos para este deporte.

A diferencia de otras veces, esa tarde decidimos cambiar y hacer una ruta alternativa a la habitual buscando algo un poco más rápido y con menos desnivel. Genial, de las que me gustan a mí.

Tarde soleada de primavera y con buenas sensaciones durante la primera parte del entreno hasta que, en una zona… ¡tuvimos una sorpresa! Era una zona de ruta, con camino de piedras, pero fácil para correr. Al lado teníamos una finca que estaba metro y medio por encima de nosotros. De repente, vemos 2 mastines correr ladrando como si fuese la primera vez en su vida que veían a una persona. Los mastines corrían a nuestra altura, pero por la finca, la cual estaba vallada, así que todo parecía que podía quedarse en un susto.

Pero había algo con lo que no contábamos. Unos metros más adelante había una pequeña rampa de acceso a la finca con una portilla pensada para que no se escapase el ganado, pero por la cual salieron con una gran facilidad los 2 mastines.

Se pusieron frente a nosotros con una actitud poco amistosa. Ellos sin duda lo único que hacían era defender su finca y su ganado ante 2 extraños que corrían cerca, pero nosotros nos quedamos totalmente petrificados durante unos segundos por la amenaza.

Lo que hicimos fue avanzar poco a poco tratando de tranquilizarlos mientras nos subimos por el borde del otro lado del camino que separaba otra finca (en ese momento no se me ocurrió que de esa otra finca podría salir también otro mastín jajaj)

Se quedó en un simple susto que nos hizo quedar paralizados durante unos segundos, algo lógico ante 2 bichos de unos 60 o 70 kg cada uno, pero que luego hizo que reaccionásemos de la manera más tranquila posible (dentro de lo que se espera en una situación así)

Pero, ¿qué fue lo que pasó exactamente en nuestro cuerpo ante esta situación de alarma? Se puede dividir en 3 momentos:

En primer lugar, en la fase de alarma, nuestro cuerpo percibe una situación de alarma. El hipotálamo (una pequeña región del cerebro) activa un sistema de “emergencia” que entre otras cosas hace que nuestro sistema nervioso autónomo provoque una situación de estrés, que se rompa la homeostasis interna de nuestro organismo, es decir, el cuerpo se prepara para reaccionar, tanto a nivel emocional (en este caso miedo) como a nivel fisiológico (tensión muscular, respiración jadeante, sequedad, ansiedad, taquicardia…). El cuerpo libera una gran cantidad de hormonas como la adrenalina o el cortisol (una de las responsables del estrés), que son las responsables de esta serie de reacciones en el cuerpo.

Esta situación de amenaza y de estrés solo se puede mitigar de 2 maneras: o enfrentándote a ella o huyendo.

Esta fase de alarma no puede mantenerse indefinidamente y es cuando entra en juego la segunda fase, llamada fase de resistencia. Al principio, el cuerpo se adapta, pero cuando se produce esta fase de alarma de manera reiterada, comienza a aparecer el cansancio y con él diferentes síntomas (dolor de cabeza, problemas de memoria, alteraciones del sueño, irritabilidad…). Además, en nuestro cuerpo hay una cantidad excesiva de cortisol durante mucho tiempo.

En una tercera fase, llamada fase del agotamiento, se da si la situación continúa en el tiempo. Es en este momento cuando pueden aparecer problemas más graves, pues el sistema inmune de nuestro cuerpo está siendo afectado, lo que provoca que nuestro cuerpo sea más propenso a enfermedades. Además, es en esta fase en la que entra en juego el estrés crónico.

Es importante detectar, afrontar y trabajar de manera adecuada el estrés antes de llegar a esta tercera fase donde las consecuencias, tanto emocionales como fisiológicas, pueden ser muy graves.

En el caso de mi historia se quedó simplemente en la fase de alarma. Realmente es aquí donde el estrés es útil, pues la carga de diferentes hormonas como la adrenalina o el cortisol y la activación emocional hace que podamos reaccionar de la mejor manera ante una situación de alarma. Se podría decir que nos preparamos para enfrentarnos a un peligro.

Es posible que, en situaciones laborales, de maltrato infantil o de género, en una situación de pobreza continuada… puedas pasar por las 3 fases.

Es un tema tan amplio y en el que podría profundizar tanto que me daría para escribir infinidad de historias, pero esta no la quiero alargar más.

Si veo que esta historia os gusta y os apetece que incida más sobre algún tema, me lo hacéis saber y escribo alguna más, que me parece que es un tema muy interesante.

Pd: El miedo da para muchas historias y será protagonista en muchas ocasiones en este blog, como en esta otra historia: ¿Por qué la adrenalina y las emociones pueden salvarte la vida? 3 aprendizajes personales.

1 comentario en “¿Qué pintan 2 mastines y el cortisol en una misma historia?”

  1. Pingback: Sí, yo también tengo miedos. - episodiosdevida

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