Cómo salir vivo de 1 cena familiar de Navidad.

En estas fechas es muy habitual que en casi todas las casas del país se junten familiares para celebrar las fiestas. Muchas veces son familiares que ves esa noche o, como mucho, un par de veces al año. En ocasiones por distancia geográfica y falta de tiempo, pero, en otras ocasiones, puede ser porque no aguantes a esa persona.

Vamos a imaginar una familia prototipo donde cada uno tiene una manera diferente de gestionar sus emociones:

Madre: suele ser la anfitriona de la cena y tiende a reprimir las emociones para mantener la armonía.

Padre: con facilidad para la explosión emocional cuando la tensión alcanza su límite.

Hija: con una buena gestión emocional porque tiene desarrollada su inteligencia emocional.

Abuela: muy melancólica y sentimental. Tiene facilidad para tomárselo todo “a pecho”.

Cuñado: con el estrés laboral hasta arriba, lleva consigo una gran carga emocional.

Estos papeles podrían ser intercambiados entre los personajes, pero suelen estar todos sobre la mesa de Navidad. En esta ocasión vamos a recrear la historia con este reparto.

La madre lleva todo el día trabajando en la cocina con muchas ganas de juntar a su familia para tener una plácida cena. Está encantada y hace todo lo posible para que todo salga bien. Es un día especial.

Como la madre está hasta arriba de trabajo, al padre le suele entrar el espíritu navideño y se ofrece para ayudar. Tras varias tareas y después de tener que ir al supermercado por segunda vez empieza a protestar y a estar harto de la situación.

Después de una cena agradable, entre recuerdos, chistes y anécdotas, y con un par de copas de champán encima, es cuando suele aparecer la primera trifulca. Una discusión de lo más absurda entre el padre y el cuñado donde ambos quieren tener razón. El motivo puede ser cualquiera: política, fútbol, en qué año salió una película o si muere más gente por el tabaco o por accidentes de avión…

El padre estalla incapaz de mantener más todo lo que lleva dentro. El asunto no se queda ahí pese a la insistencia de la madre y comienzan a salir los trapos sucios de hace tropecientos años. ¡Este es el momento en el que sale lo peor de cada uno!

El padre es incapaz de mantener el control de sus emociones y dice cosas de las que probablemente se arrepienta en poco tiempo.

El “cuñao” estalla. Con toda la presión que tiene encima por el trabajo, cualquier chispa le es suficiente para arder como la gasolina.

La madre intenta apaciguar las aguas con mensajes del tipo: “todas las Navidades igual, vamos a intentar no estropear estas”

La abuela se pone a llorar porque se cree que todo es culpa suya.

La hija trata de reconducir la conversación a través de un ejercicio de comunicación abierta intentado que cada miembro de la familia tenga su momento para compartir sus sentimientos y opiniones de una manera tranquila y constructiva.

Metámonos ahora en un terreno un poco más técnico. ¿Cómo relacionamos esto con la gestión emocional?

Lo primero que tenemos que hacer es ser capaces de reconocer nuestras emociones (es lo que trata de hacer la hija).

Tras saber cómo nos sentimos en ese momento es importante pasar al punto siguiente, comunicación constructiva, lo que nos da la oportunidad de transformar el conflicto en una oportunidad para la resolución del problema.

Realizar de manera regular esto conseguirá que la comunicación sea más positiva.

Probablemente en la mayoría de familias en las que pueda pasar esto, se quede en una discusión sin más y tras un par de mazapanes se olvide, pero en otras familias el problema puede ir a más y no quedarse en una simple discusión.

Ahora mismo, en los centros educativos se está dando mucha importancia al reconocimiento de las emociones en los alumnos para conseguir una correcta gestión emocional desde pequeños, pues no saber reconocer como me siento para poder trabajar con ello está siendo uno de los mayores problemas de salud mental de hoy en día.

Los problemas de salud mental que estamos teniendo hoy en día en nuestra sociedad dará para otro post, así que no me meto más con eso que no quiero que se alargue más esta historia.

Disfrutad de vuestras cenas familiares.

¡Feliz Navidad!

Pd: En relación al tema de los “cuñaos” no puedes perderte este otro post con el que te sentirás totalmente identificado: WhatsApp ¿Qué pasa dentro de sus grupos?

Pd 2: Puede resultarte interesante este artículo titulado Navidad incómoda.

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