La fiesta de los Reyes Magos quizás sea la fiesta que más magia tiene de todo el año. Implica a pequeños y mayores, y nuestras tradiciones y cultura hacen que se cree un mundo fantástico a su alrededor difícil de superar para dar credibilidad a esta fecha.
En mi mente recuerdo varias cabalgatas, pero una desataca por encima del resto. Tendría unos 9 o 10 años y, ese día estaba a punto de vivir una experiencia única. Iba a ser mi primera cabalgata a la que asistí en la que ya sabía quiénes eran los verdaderos Reyes Magos.
Iba a la cabalgata de mi pueblo con mis padres, mi hermano y algunos vecinos. Salí de casa más tranquilo que nunca, pues ya sabía toda la verdad, pero en el momento en que me llegó el olor de las antorchas, me vinieron a la mente recuerdos de cabalgatas anteriores, lo que hizo que se me pusiese un nudo en el estómago, esos nervios agradables que tenemos cuando sabemos que va a pasar algo que nos gusta.
Una vez que estaba allí y vi toda la caravana de pajes, Reyes y tractores cargados de regalos no pude dejar de sentir esa sensación mágica de cuando era más niño.
Era una forma diferente de vivirla, pero me di cuenta de que seguía generando en mí una gran ilusión. Realmente se es partícipe de una manera diferente.
No quiero hacer la historia larga, pues imagino que todavía estáis con la resaca emocional de regalos y experiencias con vuestras familias, así que paso a explicar varias cosas.
En un primer momento quiero recordar el término que expliqué en la historia “Correr es de cobardes” o excusas parecidas, la disonancia cognitiva, pues aquí se vuelve a dar. Por un lado, está el saber que mis padres eran los Reyes Magos, pero, por otro lado, el participar de una tradición que dice lo contrario, hace que se genere un malestar psicológico que ya expliqué de qué manera se solía resolver.
Por otro lado, la psicología nos explica como la cultura influye en nuestra personalidad, pues la personalidad se va construyendo socialmente a través de las interacciones que se dan entre el individuo y el ambiente cultural. Sin duda el participar de esta tradición desde que nacemos nos marca en nuestra personalidad y eso lo demuestra el que año tras año seamos partícipes de una u otra manera.
Un último término es el de memoria olfativa. Se trata de la capacidad de guardar un aroma en nuestro cerebro que puede ser recordado en cualquier momento para retrotraernos de inmediato al lugar donde lo olimos por primera vez. En la historia que contaba antes, decía que el olor de las antorchas automáticamente me llevaba a recordar la cabalgata.
Esto es algo que puede pasarnos con un perfume que nos recuerde a una persona en concreto o a un momento dado, al olor de una comida especial que nos solía hacer un familiar y que automáticamente nos hace viajar en nuestra memoria a esos momentos especiales.
En cuanto a la historia que contaba más arriba, me pasó en más ocasiones sin necesidad de ser Navidad, cuando el olor a antorcha me retrotraía a las cabalgatas de Navidad de cuando era pequeño primera vez.
Los recuerdos positivos son más fáciles de recordar. Además, como ya comenté en alguna historia anterior, los recuerdos asociados a emociones fuertes suelen tener un mayor efecto sobre la memoria.
En este blog veremos muchas historias y aspectos relacionados con la memoria, pues me parece algo fascinante y que nos daría para un único blog dedicado a ella.
Espero que hayáis disfrutado de la noche de Reyes y que hayáis sido partícipes en mantener esta tradición de nuestra cultura de una u otra forma. Como es la primera historia del año y para todas esas nuevas personas que os pasáis por el blog, que cada vez sois más y os lo agradezco mucho, os recomiendo “algo sobre mí y esas cosas” para que me conozcáis un poco más.