Si ahora mismo tuviese la opción de darte 100.000 euros hoy o 1.000.000 de euros dentro de 10 años, ¿qué elegirías? Puede parecer una decisión muy complicada para algunas personas, aunque otras probablemente ya hayan respondido. Pues sobre esto voy a hablaros hoy en esta historia.
Cuando tenía 18 años tuve uno de los dilemas a los que se enfrentan muchos adolescentes: seguir estudiando durante unos cuantos años con la ilusión de poder tener el trabajo que me gustaba o ponerme a trabajar ya. Lógicamente, no iban a ser los mismos trabajos ni en las mismas condiciones.
Seguro que muchos de vosotros os sentís identificados. En mi balanza mental sopesaba los pros y los contras de cada una de estas decisiones.
Por un lado, veía como algunos de mis compañeros que habían dejado el instituto estaban trabajando en obras y ganaban bastante dinero (para lo que es un adolescente que vivía en casa de sus padres), lo que implicaba tener coche nuevo, salir de fiesta sin problema, móviles… todo eso que os podáis imaginar y que con 18 años es tan goloso.
Por otro lado, si decidía ir a la universidad, implicaba pasar unos cuantos años más sin “dinero”, solo el que mis padres me podían proporcionar para estudiar y tener algo de ocio para los fines de semana.
Si habéis leído mi historia “algo sobre mí y esas cosas” ya sabréis que opté por el camino largo, es decir, me metí en la universidad. En un principio me metí en magisterio porque me gustaba y no quería pasar muchos más años estudiando. Al final me lie y acabé estudiando también pedagogía. Si a esto le sumamos las oposiciones… fueron unos cuantos años en los que el premio económico era pequeño (tuve algún trabajo en el que ganaba poco).
Visto con perspectiva, claramente elegí el camino adecuado, pues muchos de esos compañeros que trabajaban en las obras no tardaron en perder sus puestos y dejar de ganar tanto dinero cuando llegó la crisis de 2008 que acabó con la construcción por completo (no todos, pues otros supieron reinventarse)
Este dilema que muchos tuvimos, podría asemejarse al que os planteaba arriba de los 100.000 euros ahora o el millón dentro de 10 años.
Al menos la mitad de la gente es probable que elija los 100.000 euros ahora. ¿En qué se basa esta decisión? Pues realmente aquí tenemos un enfrentamiento entre nuestro sistema emocional y el cognitivo.
En función de lo que respondas a la pregunta, puede reflejar un mayor autocontrol. Las personas que escogen los 100.000 demuestran ser más impulsivos y una mayor falta de habilidades emocionales.
Por otro lado, las personas que eligen el premio demorado a los 10 años, demuestran ser más reflexivos y tener más trabajada la tolerancia a la frustración.
Según el psicólogo Daniel Kanheman, el cerebro funciona mediante dos sistemas:
- Sistema caliente – emocional.
- Sistema frío o lógico-cognitivo.
El sistema caliente funciona de manera rápida y automática, basado en patrones. Se podría decir que es más instintivo y requiere de poco esfuerzo. Por otro lado, el sistema frío requiere de más tiempo, es necesario más trabajo porque implica mayor reflexión. Ambos sistemas interactúan constantemente.
Como pudisteis leer en la historia de arriba, en mi caso prevaleció el sistema lógico-cognitivo, aunque esto no quiere decir que en todas las decisiones que he tomado en la vida haya sido este el que haya salido victorioso.
Para los que sois más propensos a tomar las decisiones “en caliente”, sin reflexionar, no os preocupéis porque existen formas de trabajar ese autocontrol.
Pensad vosotros ahora en todas esas decisiones que tomáis, ¿sois más del sistema frío o del sistema caliente?