Lo reconozco, soy una persona de rutinas, pero como casi el 100% de la gente. Todos tenemos nuestra rutina diaria en muchas de las actividades que realizamos habitualmente.
Los que me conocéis o habéis leído la historia de “algo sobre mí y esas cosas” sabéis que el deporte es algo fundamental en mi día a día. Es parte de mi rutina y, reconozco, que el día que no puedo entrenar, siento que el día no está completo.
Cada día, sin falta, realizo la sesión que me toque. Ya sabéis que lo que más me gusta es calzarme las zapatillas y salir a correr. Es como si mi cuerpo y mi mente estuvieran programados para esta rutina.
No importa el clima que haga, la lluvia o el frío, mi compromiso con mi rutina de ejercicio es inquebrantable. Es más, uno de mis entrenamientos favoritos es correr por la montaña lloviendo. Es una sensación indescriptible. Al principio, puede parecer una tarea ardua, pero una vez que doy el primer paso y siento el aire fresco o la lluvia sobre mí, todas mis dudas y cansancio desaparecen.
El deporte no solo es una forma de mantener mi cuerpo en forma, sino también mi mente. Durante mi entrenamiento, tengo la oportunidad de despejar mi cabeza, dejar atrás las preocupaciones del día a día y prepararme mentalmente para lo que está por venir.
Además, el ejercicio físico libera endorfinas en mi cuerpo, esas maravillosas hormonas que nos hacen sentir bien. Así que, incluso en los días más complicados, el deporte me proporciona un impulso de energía y positividad que me ayuda a enfrentar cualquier obstáculo que se presente en mi camino.
Pero, ¿por qué las rutinas son tan importantes?
Las rutinas proporcionan un sentido de orden y previsibilidad en nuestras vidas. Cuando seguimos una rutina, nuestro cerebro se adapta a un patrón establecido, lo que nos ayuda a sentirnos más seguros y en control. Este sentido de control es crucial para nuestra salud mental, ya que nos permite enfrentar los desafíos diarios con mayor confianza y resiliencia (sí, esa palabra que se ha puesto tan de moda últimamente).
Además, las rutinas pueden tener un impacto positivo en nuestro estado de ánimo. Cuando realizamos actividades que nos brindan placer o nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos, como hacer ejercicio o dedicar tiempo a nuestros hobbies, liberamos endorfinas y dopamina, neurotransmisores de los que ya os he hablado en otras historias asociados con la sensación de felicidad y satisfacción. Al incorporar estas actividades en nuestras rutinas diarias, podemos mejorar nuestro estado de ánimo de manera sostenida.
Pero las rutinas no solo benefician nuestra salud mental, también fortalecen nuestra fuerza de voluntad y disciplina (cualidades cada vez menos habituales en la sociedad). Al comprometernos con una rutina, estamos practicando la autodisciplina y desarrollando hábitos positivos que nos llevan más cerca de nuestros objetivos a largo plazo. Esta disciplina se extiende a todas las áreas de nuestras vidas, desde el trabajo hasta las relaciones personales, mejorando nuestra capacidad para alcanzar el éxito en diferentes aspectos.
Es importante también recordar que las rutinas tienen que ser flexibles para no caer en la monotonía y en el aburrimiento. Todos estamos deseando que llegue el periodo de vacaciones para no tener la necesidad de poner el despertador y poder hacer cada día una cosa diferente, aunque también es cierto que cuando llevamos un tiempo así, es “fácil” escuchar a la gente decir “necesito rutina ya”.
En el ámbito educativo es muy común escuchar también de los niños que necesitan coger la rutina. Si para nosotros es importante tener una rutina, en el caso de los más pequeños es más importante aún, una rutina más estructurada que la nuestra (algún día haré una historia sobre la importancia de la rutina en los niños). En resumen, las rutinas no son solo una serie de acciones repetitivas, sino poderosas herramientas que moldean nuestra salud mental y bienestar emocional. Desde proporcionar un sentido de orden y control hasta mejorar nuestro estado de ánimo y fortalecer nuestra disciplina, las rutinas juegan un papel crucial en la construcción de una vida equilibrada y satisfactoria.
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