Tengo muchos recuerdos de cuando iba al colegio. Por suerte, todos ellos son muy buenos recuerdos. En la gran mayoría de ellos estaba jugando, bien en el recreo o en alguna de sus clases.
Recuerdo con especial cariño los torneos que nos preparaba Cecilia, la maestra, sobre las capitales de los países del mundo. O cuando en expresión corporal teníamos que preparar unos anuncios sobre el producto que quisiésemos y mis amigos y yo casi siempre elegíamos el clásico balón “Mikasa”, que era extremadamente duro.
Reconozco que en mi época escolar lo pasé bien.
Los que me seguís desde el comienzo sabéis que me dedico a la docencia desde hace unos cuantos años ya. Quizás una de las razones sea que tenga tan buenos recuerdos de mi pasado como discente. Para los que estáis aterrizando por aquí últimamente, os recomiendo que leáis “algo sobre mí y esas cosas” para que podáis conocerme un poco más.
Desde que comencé a trabajar como maestro he cambiado mucho mi forma de trabajar. He tenido la suerte de formarme de manera continua y, especialmente, de aprender de muchos compañeros. De la gran mayoría he aprendido cosas que he ido añadiendo a mi repertorio como maestro para utilizar en el aula en el día a día. De alguno que otro he aprendido cosas que estoy convencido que no quiero hacer (la educación ha cambiado mucho, ya no solo es un docente tratando de dar una lección magistral mientras unas pequeñas mentes sentadas y en silencio “atienden” para luego hacer ejercicios).
Una de esas cosas que aprendí de algún compañero es la importancia que tiene el juego (la metodología del aprendizaje basado en juegos ABJ). A los niños les encanta jugar. Son capaces de aprenderse las normas de cualquier juego y recordarlas sin problema, incluso se gestionan ellos solos cuando están jugando con otros amigos o compañeros.
¿Por qué son capaces de retener toda esta información sin ningún tipo de esfuerzo y cuando tienen que estudiar les cuesta mucho más? Sencillo, porque les gusta lo que están haciendo.
En clase utilizo juegos. Algunos de esos juegos están pensados directamente para la docencia, como el “Fórmula” (que es directamente de matemáticas), el “Turbolector” o juegos que podemos tener en casa pero que los adaptamos a la docencia, como el “Monopoly” o el “Ubongo”.
Pero ¿tiene alguna explicación psicológica el hecho de que nos sea más fácil recordar las cosas relacionadas con los juegos que cuando dedicamos horas a estudiar?
Pues como casi todo lo que veremos en este blog, sí que tiene una base psicológica que explique todo lo comentado anteriormente.
En primer lugar, entra en juego el plano emocional. Cuando jugamos nos solemos divertir. Como hemos visto en otras historias de este blog, cuando nos divertimos automáticamente nuestro cerebro se llena de dopamina o serotonina (esas hormonas que nos generan felicidad), lo que hace que queramos hacer más veces y durante más tiempo esa actividad.
Por otro lado, entra en juego la sorpresividad. En todos los juegos hay elementos sorpresivos que mantienen la atención de las personas. El modelo de Rescorla-Wagner nos explica que cuando en el aprendizaje de cualquier cosa existe un elemento inesperado el aprendizaje se dará mucho más fácil que cuando no exista nada que llame la atención y cause curiosidad. Os dejo un enlace que explica con más detalle en qué cosiste la teoría de Rescorla-Wagner y la importancia de la sorpresividad en el aprendizaje por condicionamiento clásico https://psicologiaymente.com/psicologia/modelo-rescorla-wagner
A todo esto, hay que sumarle el ambiente distendido que se suele dar cuando jugamos, que hace que las relaciones con los demás mejoren. El fomento de la creatividad, uno de los aspectos fundamentales a trabajar en todas las edades, pues cuando somo adultos dejamos de fomentarla y la vamos perdiendo.
El trabajo de la expresión oral y del respeto a las normas y al turno o la organización y la toma de decisiones completan una serie de beneficios que tiene el uso del aprendizaje basado en juegos (ABJ) en el aula.
Seguro que muchos de los buenos recuerdos que tenéis de vuestra época escolar, al igual que me pasa a mí, viene de cuando jugabais, así que dejad que vuestros hijos o vuestros alumnos jueguen (siempre de forma controlada y guiada) para seguir teniendo todos estos beneficios que comentaba anteriormente.
Si has llegado hasta aquí, te recomiendo que leas ¿por qué necesitamos nuestra rutina diaria?
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