Uno de los momentos en los que más nervioso me he puesto en mi vida fue cuando me tuve que enfrentar por primera vez a exponer la parte práctica en el proceso de oposición al que me presentaba. Sí, es miedo a hablar en público.
Os pongo un poco en situación. Después de unos 10 meses de estudio y preparación emprendí mi viaje a Ávila (era el lugar elegido para desarrollar la fase de oposición en la comunidad de Castilla y León).
La primera parte era sencilla: el desarrollo de un tema teórico para lo cual había estudiado, y el desarrollo de un caso práctico sobre el papel.
En un segundo momento, simplemente tenía que leer ante el tribunal todo lo que había escrito, sin cambio ni omisión de ninguna palabra. En ese momento sientes cierto nerviosismo, pero no por tener que hacerlo ante el tribunal, pues simplemente era leer, sino por si había metido alguna gamba innecesaria.
Tras haber superado con éxito esa primera parte, llegó la segunda. En este caso consistía en exponer y explicar ante el tribunal la programación que había desarrollado, junto con una unidad. Iba convencido y seguro… hasta el momento real de tener a los miembros del tribunal mirándote fijamente esperando que contases algo que les sorprendiese (para bien) y a la vez que les sonase realista. Vamos, intentar demostrar en una hora que eres un buen profe diferenciándote de decenas de compañeros.
Realmente los nervios duraron apenas unos minutos, hasta que estás totalmente inmiscuido en plena presentación.
Pero, ¿por qué tenemos miedo a hablar en público?
El miedo que sentí no era solo por la importancia del examen, sino por el miedo a ser juzgado. ¿Y si me equivocaba? ¿Y si no lograba comunicar lo que realmente quería decir? Estos pensamientos recorrían mi mente una y otra vez. Lo curioso es que este tipo de miedo no es único. La mayoría de las personas temen hablar en público porque sienten que están bajo un microscopio, siendo evaluadas en cada palabra y gesto. Nuestro cerebro activa la respuesta de «lucha o huida», lo que explica por qué sudamos, temblamos o sentimos el corazón acelerado en estas situaciones.
El miedo a hablar en público se conoce con el término «glosofobia».
2. Señales del miedo a hablar en público
En mi caso, las señales eran claras: las manos sudorosas, el corazón latiendo con fuerza, una pequeña sequedad en la boca. Sabía que este miedo era algo natural, pero en el momento, todo lo que quería era huir. Los pensamientos negativos también aparecían: «¿Y si olvido algo importante?», «¿Qué pensarán de mí?» Estas emociones y pensamientos hacían que, en más de una ocasión, me cuestionara si era capaz de seguir adelante.
3. Consecuencias del miedo a hablar en público
El miedo a hablar en público no solo me afectó durante las oposiciones, sino que, en otras ocasiones, también me había frenado en diferentes aspectos de mi vida. A veces, el miedo a exponernos puede hacernos evitar situaciones que nos podrían beneficiar. Personalmente, sabía que, si no lograba superar este obstáculo, mi sueño de ser maestro se vería afectado. Sin embargo, aprendí que incluso las personas más exitosas han enfrentado este tipo de temores. Warren Buffett, por ejemplo, confesó que en su juventud también sufría de miedo escénico, y con esfuerzo, lo superó.
4. Estrategias para superar el miedo
Superar este miedo no fue fácil, pero con el tiempo, encontré algunas estrategias que me ayudaron enormemente.
- Preparación: Comencé practicando mi exposición una y otra vez. Frente a un espejo, o simulando como sería el aula para hacerlo lo más real posible.
- Respiración y relajación: Antes de enfrentar al tribunal, tomaba unos minutos para respirar profundamente y calmar los nervios.
- Exposición gradual: En lugar de enfrentarte de golpe a mayores temores, comienza hablando en público en situaciones menos intimidantes para ir cogiendo confianza.
- Cambiar la narrativa interna: Algo clave es reprogramar tus pensamientos. HÁBLATE EN POSITIVO. En lugar de decir «me voy a equivocar», comienza a repetirte «puedo hacerlo». Este pequeño cambio marca una gran diferencia.
- Aceptación de la incomodidad: el nerviosismo es normal, no es algo que necesariamente deba desaparecer por completo. En lugar de resistirlo, acéptalo y sigue adelante a pesar de la incomodidad.
5. Beneficios de superar el miedo a hablar en público
Después de varios intentos y con esfuerzo, logré superar ese miedo inicial y, finalmente, pasé las oposiciones. Más allá de obtener el puesto de maestro, lo que realmente me llevó a una mayor satisfacción fue la confianza que gané en mí mismo. Este logro no solo me permitió avanzar en mi carrera, sino que también me dio la habilidad de enfrentar nuevas situaciones con más seguridad y menos temor. Hablar en público dejó de ser una barrera y se convirtió en una herramienta que podía usar a mi favor.
Conclusión
El miedo a hablar en público es algo que todos podemos experimentar en algún momento de nuestras vidas. Sin embargo, con las estrategias adecuadas y un poco de perseverancia, es posible superarlo. Si me hubieran dicho durante mis oposiciones que un día hablar en público sería parte natural de mi vida como maestro, no lo habría creído. Pero hoy sé que, si yo pude superarlo, cualquier persona puede hacerlo.
P.D. Si quieres saber algo más sobre los miedos, no dejes de leer esta historia.