Para esta semana no me voy a centrar en un único momento de mi historia personal, pues han sido múltiples los episodios de vida en los que me ha sucedido esto de una u otra manera, y estoy convencido de que, si tú haces deporte, es probable que alguna vez te haya pasado esto.
Si habéis leído mi primer post, algo sobre mí y esas cosas…, ya sabréis que me encanta hacer deporte, especialmente correr. Si me tuviese que quedar con un solo deporte que practicar el resto de mi vida, sería sin duda, correr.
Son muchas las personas que conozco que no hacen deporte y que no entienden muy bien este gusto que tengo yo. No sé, quizás el raro sea yo, no te lo voy a negar. Muchas de estas personas simplemente piensan que me gusta sufrir, cuando realmente es uno de mis mayores placeres (quizás pueda hacer un post que explique porqué practicar deporte nos produce placer, a pesar de que haya gente que no lo crea).
Otras personas van más allá y siempre tienen algún comentario jocoso como: “corre Forest…”, “correr es de cobardes”, “no puede ser tan bueno tanto deporte…”
Es respetable que haya gente que quiera hacer deporte y otra que no. Hay una persona con la que tengo mucha confianza y nos tenemos cariño y que no hace deporte. Cuando yo le pregunto por qué no hace deporte siempre me saca alguna excusa del tipo: “es que si corro me duele la espalda”, “no puedo correr porque me canso”, “sí, estoy pensando en empezar, pero no tengo ropa”, “debería empezar porque mira como me estoy poniendo, pero hoy tengo jaleo por la tarde” …
La cuestión es que sabe que por salud debería hacer deporte, pero todos sabemos que ponerse a ello cuesta mucho. Esta discrepancia entre lo que piensa (debería hacer deporte por salud) y lo que hace (no hacer deporte) genera un malestar a nivel mental.
Esto mismo pasa con gente que fuma. Por un lado, saben que no deberían fumar porque es malo para su salud, pero por otro lado siguen haciéndolo.
Como veis, tanto en estos ejemplos como en otros muchos que podría poner, las personas implicadas siempre tienen alguna excusa para seguir haciendo lo que hacen, aunque saben que no es lo correcto y en breves vais a entender por qué.
El concepto que explica este comportamiento es “disonancia cognitiva”. Es uno de los conceptos psicológicos que más me gustan.
La disonancia cognitiva es un conflicto mental que se da cuando nuestras creencias y nuestros comportamientos no concuerdan.
Esto genera un malestar o molestia a nivel mental o emocional que podemos solventar de varias maneras:
- Modificando nuestra conducta.
- Modificando nuestras creencias.
- Reformulando los argumentos para que creencias y comportamiento coincidan.
Lo intento explicar mejor a través del ejemplo anterior:
- Creencia: no debería fumar porque es malo para mi salud.
- Comportamiento: sigo fumando.
- ¿Cómo reduzco mi malestar por este conflicto?
- Modificando mi conducta: dejo de fumar.
- Modificando mis creencias: fumar no es tan malo. Mi padre fumó toda la vida y se murió con 90 años.
- Reformulando los argumentos: es peor dejar de fumar para mi salud, pues me pongo insoportable y muy nervioso.
Es decir, acabas creyéndote tu propia mentira para mitigar ese malestar que te genera la discrepancia.
Podéis fijaros a partir de ahora como la gente tiende a hacer este tipo de comportamientos, incluso nosotros mismos los hacemos de manera inconsciente. Así que, ya sabéis, la próxima vez que algún conocido que no hace deporte os diga lo de “correr es de cobardes”, ya sabes, se está auto convenciendo de que NO haciendo deporte está haciendo lo correcto.
Si quieres profundizar un poco más en el concepto, no te pierdas como fue el experimento que diseñaron Festinger y Carlsmith en 1954 para demostrar este concepto por primera vez en la universidad de Stanford: https://explorable.com/es/disonancia-cognitiva
Pd: Otro tipo de malestar diferente es que lo sufrí en la historia de Abu Simbel y Einstein, así que no te la pierdas.
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