La catástrofe de la DANA de Valencia nos unió.
Hace algo más de una semana que ha ocurrido la catástrofe de la DANA de Valencia. Desde entonces, además de los cientos de imágenes de las desgracias humanas y materiales, también hemos visto como la sociedad se ha volcado con la gente de Valencia para ayudar de una u otra manera. Sí, de las desgracias también se pueden sacar cosas positivas de la gente.
No es la primera vez que vemos que tras una desgracia las personas se vuelcan de manera totalmente desinteresada para ayudar a las personas afectadas, pero ¿qué es lo que nos mueve a hacer cosas que de otra manera ni siquiera nos planteamos?
Detrás de este movimiento social, hay varias explicaciones psicológicas que, como ya sabéis, desde Episodios de vida trataré de explicar a continuación.
Pero ¿a qué se debe esto?
Son varios los motivos que pueden explicar dicha actuación y, en cada persona tendrá su explicación. Algunas de las principales son las siguientes.
Empatía y conexión emocional: Cuando las personas ven o escuchan sobre el sufrimiento de otros, surge la empatía, una reacción emocional que nos impulsa a imaginar el dolor ajeno. Esto nos motiva a actuar para aliviar el sufrimiento de los demás, sintiéndonos conectados con las víctimas.
Sentido de comunidad y pertenencia: Las catástrofes refuerzan la sensación de que formamos parte de una sociedad más amplia. En estos momentos, aumenta el deseo de contribuir y sentir que se forma parte de una red de apoyo mutuo, lo cual refuerza el sentido de pertenencia.
Reducción del propio malestar: Ayudar a otros también puede ser una forma de manejar nuestra angustia y ansiedad ante situaciones que escapan de nuestro control. Al actuar de manera solidaria, podemos sentir que estamos haciendo algo positivo, lo cual reduce nuestro propio malestar emocional.
Altruismo y sentido de propósito: En un contexto de catástrofe, la solidaridad puede ser una vía para dar sentido a la vida y fortalecer los vínculos sociales. Ayudar a los demás da propósito y satisface una necesidad humana de altruismo.
Me gustaría profundizar un poco más en alguno de ellos. Empezaré por la empatía:
Empatía y conexión emocional
La empatía es una respuesta emocional y cognitiva que permite a las personas ponerse en el lugar de los demás, imaginando sus sentimientos y experiencias. En situaciones de catástrofe, las noticias e imágenes sobre el sufrimiento y la pérdida activan en muchas personas una respuesta empática profunda. Este proceso de empatía puede tener dos componentes principales:
- Empatía emocional: Las emociones como la tristeza, la compasión y la impotencia se despiertan al ver el sufrimiento de otros. Esta empatía emocional puede llevar a un deseo de actuar para reducir el dolor ajeno, una respuesta que se traduce en acciones solidarias como donar, ofrecer tiempo o recursos, o apoyar campañas de ayuda. La empatía emocional no solo nos hace sensibles al dolor de los demás, sino que también puede ayudarnos a buscar soluciones concretas para aliviarlo.
- Empatía cognitiva: Este tipo de empatía nos permite imaginar de forma consciente lo que los afectados pueden estar sintiendo o pensando, evaluando cómo responderíamos en una situación similar. Al pensar en cómo nos sentiríamos en su lugar, podemos tener una comprensión más profunda y motivarnos para ayudar. La empatía cognitiva activa el sentido de justicia y la idea de reciprocidad: si alguna vez estamos en una situación de necesidad, esperamos recibir apoyo de los demás.
Sentido de comunidad y pertenencia
¿Recuerdas la historia “Ámsterdan, cervezas y un holandés antipático”? En esa historia ya hablé un poco del sentido de pertenencia a una comunidad, pero aquí tenemos otro buen ejemplo.
Las catástrofes suelen revelar una necesidad humana esencial de pertenencia a un grupo, una comunidad que proporcione un sentido de seguridad y apoyo mutuo. Este sentido de comunidad también se basa en varios componentes:
- Sentido de responsabilidad compartida: Ante una catástrofe, las personas sienten que es responsabilidad de todos ayudar a quienes están en situaciones de extrema vulnerabilidad. Esto implica una forma de «contrato social» no escrito en el que todos cooperan para lograr un objetivo común: mitigar el sufrimiento y reconstruir lo perdido. Este sentido de responsabilidad hace que las personas se sientan parte de algo más grande, generando un deseo de contribuir activamente.
- Vínculos de cohesión social: Las acciones solidarias y las muestras de apoyo refuerzan los vínculos de cohesión en una sociedad. En situaciones de crisis, este tipo de cohesión es fundamental porque proporciona un sentimiento de pertenencia y seguridad. Las personas pueden sentirse menos solas y vulnerables, lo que ayuda a reducir el impacto negativo de la catástrofe, tanto en quienes han sido directamente afectados como en quienes actúan desde la solidaridad.
- Crecimiento del sentido de identidad colectiva: En momentos de crisis, las personas pueden experimentar un refuerzo de su identidad grupal. Se despierta una identidad común basada en la ayuda mutua y en el deseo de recuperación, lo que fortalece la identidad como miembros de una misma sociedad. Esto se ve a menudo en expresiones colectivas de apoyo, como campañas de donaciones, voluntariados masivos o eventos de recaudación de fondos, en los que los individuos participan para reafirmar su sentido de pertenencia.
Este conjunto de factores psicológicos contribuye a que la sociedad reaccione ante situaciones trágicas con una fuerte respuesta de solidaridad. Ambos aspectos —empatía y sentido de comunidad— no solo ayudan a los directamente afectados, sino que también promueven un entorno de resiliencia compartida que fortalece a la sociedad en su conjunto.
Pd. Te dejo aquí el enlace para que leas la historia que me pasó en Ámsterdam en el que se explica un poco el sentido de pertenencia (es una historia divertida, no la pierdas)